-Genial, me he perdido- Dijo frustrado -Dios, estoy agotado, ¿cuánto tiempo he estado caminando?-
Se detuvo en seco y se sentó en el suelo para descansar. Aquel hombre, de pelo rojizo, casi anaranjado, su fleco le cubría el ojo derecho. Un arete sobresalía de su oreja, la cual tenía una extraña línea negra horizontal que la abarcaba casi por completo. Sus ojos, rojos como el fuego, intensos y con un gran brillo, sin ninguna expresión. Su piel era pálida, a pesar de estar casi todo el adía expuesto al sol. Llevaba puesto una blusa blanca, sin mangas, algo arrugada y con manchas de lodo; unos pantalones cortos azul cielo, igualmente arrugado y con lodo; su calzado consistía en botas altas, de color café, con una gema gris en la punta de cada una de estas. En sus manos tenía puestos guantes para escalar, igualmente café, sin la terminación de los dedos, se notaba que él mismo los había cortado.
Sacó un reloj digital del bolsillo derecho de su pantalón.
-Al parecer...Se le ha acabado la batería... Es mejor que busque un lugar para dormir-
Se incorporó y continuo con su camino. A medida que avanzaba se encontraba con neblina cada vez más densa, que le hacía casi imposible ver por donde pisaba.
-Espero poder encontrar rápido un lugar para descansar-
A lo lejos podía divisar una pequeña luz amarillenta. "Gracias a Dios, alguien vivo por aquí, le pediré ayuda" pensó. Así que corrió al encuentro de aquella persona, pero para su desgracia, era tan solo un poste.
-¡Demonios! Pensé que era una persona, o al menos una casa- Se quedó quieto por un momento hasta que una idea apareció en su mente- Pero... Si hay un poste aquí... Puede que halla civilización más adelante, debo seguir-
Y con paso firme continuó su camino durante un largo rato. A medida que avanzaba, más postes aparecían a orillas del camino de tierra. Poco después se topó con una mansión enorme, pero había algo extraño en ella, como si algo horrible ocurriese dentro. Pero no le dio importancia, así que caminó a la entrada y tocó tres veces la puerta con su puño y poco después un joven la abrió, su mirada se veía triste y cansada.
-¿Se le ofrece algo?- Pregunto aquel hombre
-Buenas, solo quería preguntar, si me puedo quedar a descansar, sería solo por una noche, nada más-
Aquel hombre vestía de un smoking negro, completamente limpio. Su pelo era negro y largo, perfectamente peinado. Su fleco tenía un tono café obscuro que procuraba, no tape su rostro. Su piel era pálida, casi blanca como la nieve, casi se podría jurar que estaba muerto. Su rostro tenía rasgos muy finos, barbilla algo cuadrada y nariz pequeña pero perfecta. Sus ojos estaban un poco rasgados y el iris lo tenía de un color vino claro, intenso pero con un brillo singular que hacían a esos ojos casi imposible dejarlos de mirar. Su cuerpo parecía ser fornido. No era muy alto y no sobrepasaba los 21 años
§CONTINUARÁ...§
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